Seguimos hoy con otro post veraniego haciendo referencia a la actividad de los niños. Ahora en verano podemos encontrarnos con una situación donde nuestros hijos se meten en sus cuartos y se quedan en un estado semi-vegetativo sin hacer nada, ni lúdico ni constructivo. Quizás los más pequeños empiecen a aburrirse y a ponerse pesados para que hagamos de director de fiesta y les entretengamos. Si este es tu caso te recomendamos aplicar el concepto de vida práctica de Montessori para que los niños se mantengan ocupados mientras ayudan en la casa.
Vida práctica y cuidado personal
En las etapa infantil las enseñanzas Montessori distinguen entre cuatro áreas de aprendizaje. El de “vida práctica” es uno de ellos. Esta área de aprendizaje se concentra en el aprendizaje por parte del niño o niña de la coordinación y concentración a través del orden y de la disciplina personal. Las actividades que se desarrollarán están enfocadas en el cuidado del entorno y de su propia persona.
Estamos hablando de aquellas tareas que los adultos damos por hecho pero que los peques aún tienen que aprender. Por ejemplo el aseo personal, poner y quitar la mesa, servir la comida y la bebida, ayudar en la cocina, limpiar, barrer, limpiarse los dientes e infinidad de otras tareas diarias. Aprender a hacer todas estas tareas por sí solos les permite ganar confianza en sí mismos, aprender coordinación y mejorar su autoestima.
Si alguna vez has visto a una “niña Montessori” de tres añitos sirviendo agua de una jarra si tirar ni una gota, o a un niño de 7 años haciendo un huevo frito él solo entenderás a qué me refiero.
Pero además de aprender a realizar estas tareas aprenderán a que formen parte de su rutina diaria. Sabrán que el proceso de levantarse por la mañana no consiste en ir a pedir el desayuno, sino a asearse, hacer la cama, poner la mesa del desayuno e incluso dar de comer al gato. Aprender desde muy pequeños las rutinas que necesitarán en el resto de su vida no tiene precio.
Cómo enseñarles estos conceptos
Lo primero es recordar que de los errores se aprende, por lo que hay que dejarles equivocarse. Hay que presentar cada tarea como un reto personal para ellos, pero sin tensiones ni presiones. Dejémos que tomen confianza a su ritmo y aprendan con sus errores. Debemos darles independencia y confianza. Cuando empiecen a realizar una
tarea por primera vez, como puede ser poner la mesa no hay que imponerles nuestro sistema. Deja que exploren distintas maneras de hacerlo hasta que descubran por sí mismos la manera más óptima de hacerlo.
Si queremos enseñarles a hacer algo más difícil como puede ser servir agua de una jarra, lo que debemos hacer es hacer la misma tarea de forma progresiva, de menor dificultad a mayor dificultad. Si les estamos enseñando a poner la mesa podemos empezar con que aprendan donde van los cubiertos, para ir ampliando la tarea hasta conseguir que sepan qué necesitan poner y donde va cada cosa.
No podéis tener miedo a que se ensucien las cosas o a que algo se rompa. Como he dicho antes parte del proceso de aprendizaje es equivocarse.