Pataletas en peques

Las pataletas no son un signo de mala educación ni un fracaso en la crianza. Son una parte natural del desarrollo infantil. En este blog te explicamos por qué ocurren, en qué momentos son más frecuentes, cómo manejarlas en casa o en lugares públicos y qué herramientas puedes ofrecer a tu hijo o hija para aprender a autorregularse.


¿Por qué ocurren las pataletas?

Entre los 18 meses y los 5 años, el cerebro infantil está en pleno desarrollo. La parte racional (la que permite gestionar las emociones) aún no está madura, mientras que la parte emocional está en plena ebullición. Esto significa que los niños sienten emociones muy intensas pero no saben cómo expresarlas ni regularlas.

Las rabietas aparecen cuando:

  • No pueden tener lo que quieren (frustración)

  • Están cansados o con hambre (malestar físico)

  • Necesitan atención y conexión

  • No saben cómo expresar su enfado, tristeza o miedo

No son manipulaciones ni ataques personales: son peticiones de ayuda emocional.


Etapas donde las rabietas son más frecuentes

Aunque cada niño tiene su ritmo, hay momentos evolutivos en los que suelen aparecer más:

  • Entre los 18 meses y los 3 años: porque se inicia la etapa de la autonomía (“yo solito”) y todavía no saben manejar la frustración.

  • A los 4-5 años: pueden seguir existiendo rabietas, aunque empiezan a verbalizar mejor. Aun así, el cansancio o situaciones nuevas pueden desencadenarlas.

  • Ante grandes cambios (hermanito nuevo, cambio de casa o escuela, separación de los padres, etc.): cualquier situación que altere la seguridad emocional puede intensificar los enfados.


¿Es diferente actuar en casa que en público?

Sí, pero la base es la misma: acompañar sin juzgar ni reaccionar con dureza.

En casa:

  • Puedes permitir que el niño exprese libremente lo que siente.

  • Es más fácil esperar a que pase la tormenta emocional sin presiones.

  • Puedes ofrecer su rincón de la calma o su espacio seguro.

En la calle o en público:

  • Es más probable que sientas vergüenza o juicio externo. Respira.

  • Baja a su altura, háblale con voz baja y firme, y retira si es posible a un lugar más tranquilo.

  • Si no puedes retirarte, acompaña su emoción desde la calma: “Sé que estás enfadado. Estoy aquí contigo. Luego lo hablamos.”

  • Evita ceder por presión externa: no es el momento de educar, pero tampoco de premiar la rabieta.

Lo importante no es que dejes de sentirte incómoda, sino que tu hijo te vea como un faro seguro, no como otro fuego que lo abruma.


Herramientas prácticas para gestionar emociones

Acompañar una rabieta no significa dejar hacer todo al niño. Significa ofrecer herramientas reales para que aprenda a expresar lo que siente y a autorregularse poco a poco. Aquí van varias ideas:

🧸 1. Cuentos sobre emociones

Ayudan a los niños a reconocerse en otros personajes y a poner palabras a lo que sienten. Ejemplos: El monstruo de colores, Cuando estoy enfadado, Así es mi corazón.

✨ 2. Botellas sensoriales

Agitarlas y observar cómo cae la purpurina relaja la mente. Puedes usarlas como parte de un ritual: “Cuando estamos muy enfadados, respiramos juntos y miramos la botella”.

😊 3. Muñecos con expresiones emocionales

Puedes jugar con ellos a decir “cómo se sienten hoy”, ponerles nombres según sus emociones y usarlos como herramienta simbólica.

💬 4. Lenguaje emocional cotidiano

“Veo que estás frustrado”, “Eso da rabia, ¿verdad?”. Nombrar las emociones con naturalidad ayuda a los niños a entenderlas y comunicarlas.

😌 5. Rincón de la calma

Un espacio con cojines, peluches, mantita, cuentos, botella de la calma… No como castigo, sino como un refugio emocional.

🎵 6. Música suave o cuentos sonoros

Pueden ayudar a reconectar después de una rabieta. Ten a mano una playlist relajante o un cuento con voz tranquila.

✋ 7. Respiración guiada y juegos corporales

Jugar a soplar una flor, inflar un globo con la barriga, o ser una tortuga que respira despacio. Juegos que enseñan a calmarse desde el cuerpo.


Lo que más ayuda en medio de una rabieta

  • Mantén la calma externa, aunque por dentro estés desbordada.

  • Usa un tono de voz sereno y firme.

  • No razones durante la rabieta. Espera a que pase.

  • Cuando termine, hablad juntos de lo ocurrido, con empatía.

  • No cedas siempre ante una pataleta, pero tampoco la castigues. No es un mal comportamiento, es un momento de desborde.


Recuerda

Las pataletas no se “corrigen”, se acompañan. Cada rabieta es una oportunidad para enseñar que las emociones son válidas, que se pueden expresar de forma segura y que mamá o papá está ahí para sostenerlas, no para apagarlas.

Con el tiempo, tu hijo no solo tendrá menos rabietas, sino que será una persona más conectada consigo misma y con los demás.

Y recuerda, HAZ QUE CADA MOMENTO CUENTE